Con el
año nuevo y aún cuando el trabajo en bodega
es intenso, debido sobre todo a la campaña de Navidad donde las ventas de vino
son las más importantes del año, los viticultores comienzan a planificar la campaña
siguiente. Con la vid aún dormida, el viticultor, con las labores de poda, intenta buscar el
mejor equilibrio para la vid entre su crecimiento y producción. Esta técnica de
conducción del viñedo no solo facilita al viticultor las labores culturales,
sino que ralentiza el envejecimiento de la cepa e intenta crear una mayor
armonía entre la calidad y la producción de la uva, para que sea lo más regular
posible a lo largo de los años.
La elección del sistema de poda más apto
depende de la variedad cultivada, su vigor, el rendimiento deseado, la densidad
de plantación, la climatología, etc. Algunos viticultores, antes de la poda
definitiva, realizan una poda preparatoria o prepoda donde suprimen maderas
inútiles, acortan sarmientos, etc., con el fin de facilitar las labores. La
cantidad de microclimas, variedades, sistemas de conducción y la mano de obra
hacen que la campaña de poda de la comarca abarque más de dos meses del año,
dando paso al desborre de la vid.
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