El
paisaje de la comarca Tacoronte-Acentejo se ha modificado sustancialmente en
los tres últimos lustros a ojos del ciudadano de dicha comarca vitivinícola, y
por extensión, a todos aquellos que disfrutan del medio rural de este
territorio vitícola, bien sea como meros paseantes en la misma, bien sea por
que viven en ella.
El
viñedo es el principal cultivo que armoniza el paisaje en este territorio,
seguido del cultivo de la papa, asociado, en muchas veces al de la propia viña.
Cierto es que el viñedo es un cultivo que se mantiene en un porcentaje alto
inalterable sobre el terreno; digamos que es un “cultivo fijo en el suelo”. Los
viticultores han apostado por el futuro de la viña como principal cultivo en
sus terrenos por diversas causas que van desde lo meramente familiar en pos de
mantener la tradición hasta situaciones de inversión en el viñedo como medio de
complemento económico a sus propias vidas y/o a sus bodegas.
Buena
parte de la transformación paisajística que ha experimentado la comarca busca
su fundamento principal en la aplicación de las distintas “OCM del Vino” que se
han ido aplicando en los últimos años. Unas ayudas procedentes de la Unión
Europea que han promovido el rejuvenecimiento de los viñedos, la apuesta por
una diversificación en el abanico de variedades disponibles a cultivar y la
adaptación por parte del viticultor hacia formas de explotar la viña más
eficiente, o, al menos, más ahorradoras en costes y más efectiva si cabe.
Sin
duda alguna, el sistema conocido como “espaldera” se ha convertido por méritos
propios en el principal medio de sistema de apoyo para el cultivo de la vid. En
este sentido, podemos afirmar que el viñedo de la comarca ha ido mutando
progresivamente del conocido como sistema de rastras o tradicional –digamos
“con horquetillas”– a este sistema apoyado de cultivo que es la espaldera en
cualquiera de sus vertientes: sencilla, doble, con crucetas o en forma de “Cruz
de San Andrés”. Evidentemente, el riesgo asumido por el viticultor al apostar
por la misma ha sido paulatino, ha superado la tradicional aversión al riesgo
común en estas situaciones, y ha optado por un cultivo de prometedor futuro en
la comarca sobre el sistema de espalderas, donde, sin duda alguna, la viña
trepa al antojo de la mano que la cuida convirtiéndose en el perfecto compañero
de viaje del viticultor hacia la vendimia próxima.
La
cuestión llega a ser, como dice el dicho, “renovarse o morir”; y concretamente
en Tacoronte-Acentejo ahora hay vida para largo.
¡Salud!
Santi
S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario