El
momento mágico en el cual el racimo empieza a transformarse en una paleta de
colores es ahora; se conoce como “envero” y es el responsable de que los granos
de uva, que han engordado, se han vuelto elásticos y se están manchando lentamente,
grano a grano, vayan confiriendo un aspecto sugerente a la vista. La viña se tiñe
de globos coloreados en diferentes tonalidades, verdes completamente, más
dorados, mas rosados, mas tintos… podemos jugar a descubrirlos entre el follaje
explosivo de nuestro campo. El verde, clorofila, se va perdiendo y va dando
paso a los tonos maduros de los polifenoles, sobre todo en las variedades
tintas.
Cuando
esto ocurre ¿es el momento de vendimiar? No… aún falta más de un mes, y hasta
dos, hasta que la uva alcance la madurez conveniente para convertirse en vino.
Cada variedad tiene su tiempo de maduración, de su particular camino en el cual
a base de agua y azúcares irá engordando y guardando sus reservas para dejarnos
transformar en ese preciado líquido, conocido como vino, todo su potencial.
¿Cómo
y cuándo es el momento de la recolección? al principio de los tiempos, se
usaban técnicas “caseras”, visuales, por la degustación y a “ojo de buen
cubero”. No obstante, hoy en día se han desarrollado instrumentos de campo y
procedimientos de laboratorio más ó menos sofisticados que nos llevan a tomar
esta decisión con un grado de acierto del 100%.
Esta
labor de vendimia es el fin de todo un año de trabajo, de diseño y cuidado de
la uva, de la espera del momento óptimo. Èsta se desarrolla con mimo, pendiente
de que la uva llegue entera a la bodega, de que la temperatura sea la correcta,
de controlar la labor de las levaduras. En definitiva, se está “cocinando” el futuro líquido preciado
que nos hará disfrutar momentos de placer en unos meses cuando descorchemos la
botella para conocer el resultado de todo ese trabajo.
Mari
Paz Gil
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