Un manto verde contra la
desertización. Los pronósticos del impacto del cambio climático en España y
Canarias ofrecen un panorama sombrío. El aumento de las temperaturas y la
reducción de las precipitaciones, más una mayor volatilidad meteorológica
manifestada en episodios atípicos, constituyen potentes multiplicadores del
proceso de desertización ya puesto en marcha en el Archipiélago.
Fuente:
Naciones Unidas, Grupo Intergubernamental del Cambio Climático IPCC WGI AR5,
27 September 2013, p. 27
27 September 2013, p. 27
[http://ep00.epimg.net/descargables/2013/09/27/5177839cc4f679dff4e035ebae96503b.pdf]
Ante esta amenaza, los
cambios que facilitan el camino hacia una economía más baja en carbono son
diversos, necesitan tiempo y precisan de continuidad. Uno de los frentes de
actuación es el fomento de la elaboración y consumo de alimentos locales
comercializados a través de canales cortos, llamémosles “alimentos de
proximidad”.
En este contexto, el cultivo
de la vid en Canarias tiene distintas virtudes que cabe destacar. Se trata de
un cultivo que consume poca agua, conlleva una baja carga de fertilizantes y
productos fitosanitarios, es compatible con una edafología relativamente pobre
y protege al suelo de la erosión.
Además, su producto, la uva,
es apta para someterse a procesos de transformación, la vinificación, que la
convierten en alimentos con elevado potencial de diferenciación en los
mercados. Esta diferenciación, en un mercado tan competido como el
agroalimentario, le facilita la supervivencia a pesar de unos costes de
producción relativamente elevados.
Es por estas razones que la
Denominación de Origen Tacoronte-Acentejo sigue apostando por la puesta en
valor del trabajo de sus viticultores y bodegueros. Su buen hacer contribuye a
un futuro más sostenible. Parece que el pasado se está volviendo futuro. En
este sentido, la defensa de “lo nuestro” ya no solo cuenta con buenos
argumentos enraizados en el fomento del empleo local y las tradiciones; poco a
poco se está haciendo más visible la contribución de la viticultura a nuestro
futuro.
Beber un buen vino de
proximidad es un placer. Por el placer de los sentidos y por contribuir al
paisaje del que (todavía) disfrutamos propios y extraños.
D.G.
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