domingo, 19 de enero de 2014

¿Qué vino con qué comida? Alcance y limitaciones del maridaje


El otro día tuve el placer de disfrutar de un menú de degustación en un excelente restaurante de Granada, maridaje incluido, es decir, vinos seleccionados por y para cada plato. En una de las combinaciones no estuve de acuerdo con la selección y, al ser preguntado, así lo hice saber al amable personal. Tuvimos una charla amena sobre el “qué va con qué” y llegamos a la conclusión que, pocas sugerencias generales aparte, había muchos elementos subjetivos y opinables en este asunto.

El maridaje implica combinar la comida con el vino de tal forma que ambos se retroalimenten (nunca mejor dicho) en el intento de realzar la experiencia degustativa. La sugerencia más importante es que no nos dejemos encasillar en excesivas simplificaciones de tipo receta inequívoca. La más conocida es la de “sólo blancos para pescados” y “siempre tintos para carnes”. Otro ejemplo es que “para el postre nunca un vino seco” (un chocolate negro con un tinto complejo y seco tiene su aquel; si lo dudan disfruten de uno de los Talleres sobre Vino y Chocolate que organiza el Consejo Regulador).

Por lo tanto, hay que ir probando y ver qué sale. Con mucha imaginación, al igual que cuando piensas en el efecto de las especias en el plato que tienes mente (o ya en el caldero). Si renunciamos a experimentar nos perderemos un mar de posibilidades y nos dejamos atar por las recomendaciones simplistas; un ejemplo lo encontramos en la tan consultada Wikipedia, entrada “maridaje”: “los cavas pueden utilizarse a lo largo de toda la comida con independencia del plato, debiendo ser preferentemente muy seco”. Vaya aburrimiento…

Llega a mis manos una publicación del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, titulada “50 recetas para disfrutar el vino” (http://www.alimentacion.es/imagenes/es/Libro%20recetas_tcm5-57636.pdf), a todo color y con muchas fotos de famosos. Cada uno con su receta bien explicada y luego, vaya chasco, añade en cada caso “… y una copa de vino”, sin explicar qué tipo de vino le viene bien a esta comida. Mucho gasto para finalmente no explicar nada.

Volviendo al inicio, en aquel restaurante no habían probado nunca un vino canario y, al pensar que en uno de sus platos excelentes un vino de Tacoronte-Acentejo habría mejorado sustancialmente esta unión armoniosa entre comida y vino, acto seguido les enviamos una botella de nuestros tesoros tan poco conocidos en el resto de España. Estamos seguros de que les gustará, porque tenemos un producto particular que se desmarca de la tónica general. Los nuevos territorios del sabor son difíciles de encontrar y los productos diferentes enriquecen la diversidad, tan importante en la gastronomía de calidad.

D.G.

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