miércoles, 20 de marzo de 2019

Los Paisajes del Vino

Viñedos en Acentejo


Estos días se ha celebrado en Gran Canaria el IV Congreso Mundial Territorios de Terrazas y Bancales (ITLA 2019) bajo el lema Re-encantar Bancales. En la web del congreso reconocen los bancales como esas construcciones humanas que se diseñaron y construyeron para luchar contra los condicionantes del territorio y así poder desarrollar la agricultura tan necesaria para las islas. Este modelo de adaptación y supervivencia ha creado paisajes con gran potencial visual.

Solo hay que recorrer mentalmente cualquier paisaje de Canarias y en especial las islas de la provincia occidental para constatar que el uso de bancales es una característica intrínseca de la agricultura de nuestras islas. Tal y como nos recuerda la presentación del congreso estas estructuras son necesarias para superar los condicionantes geográficos como las variaciones climáticas, la difícil topografía del terreno y, como consecuencia, contra marcados procesos de erosión que no permiten los suelos evolucionados.

El congreso ofrece un marco de reflexión muy interesante sobre el que seguro se pueden extraer atractivas líneas de pensamiento y, por qué no, propuestas de intervención novedosas que hagan que el uso tradicional conviva con otros usos de estos espacios que den respuesta a otras necesidades actuales; aunque después de una lectura atenta de los contenidos disponibles (lamentablemente por cuestiones laborales no he podido estar presente) echo en falta un enfoque sobre el paisaje en el que se lo trate como un elemento vivo.

Los paisajes son la representación visual de la interacción cultural del ser humano con la naturaleza, esta última entendida en el amplio sentido de la palabra. La agricultura es una de las interacciones más potentes que existen y, como consecuencia, constructora de muchos de estos paisajes. Pero estos paisajes tienen un sentido económico, aquella máxima que dice que si la agricultura no es rentable no es agricultura. Y si no hay agricultura no se preservarán esos paisajes.

El vino y, por lo tanto, el cultivo de la viña es un ejemplo perfecto de estos paisajes. Ya hemos comentado en algún post anterior que tiene todos los elementos necesarios para contar una gran historia. Una historia de adaptación a las dificultades, de interpretación y trabajo con la naturaleza para lograr obtener lo mejor de la misma; pero también una historia de coincidencias y algo de picaresca. Esta historia de los vinos canarios que ha sufrido altibajos pero que en la actualidad se encuentra en una situación interesante para volver a estar muy viva. Nuestros vinos son originales y de alto interés para algunos de los mercados más dinámicos en el mundo y están en un escaparate por el que pasan 15 millones de personas cada año. Si a esto le sumas la aparición de una nueva generación de bodegueros y bodegueras con muchas ganas de ser alquimistas del placer hedonista, que se combinan con generaciones de saber hacer tradicional, tenemos el perfecto caldo de cultivo para recuperar y revivir parte de nuestro suelo agrícola. Y esto asegurará mantener nuestros paisajes, en evolución buscando las fórmulas que den la tan necesaria rentabilidad, pero y por esos paisajes. Llámenme iluso pero estoy convencido que lo veremos. Insistiré.

Miguel Febles (BiDueño)

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