Para decantar el vino se usan los típicos decantadores (“aireadores”)
de vidrio, en la actualidad. En la antigüedad se usaban las típicas ánforas de los griegos y romanos, o decantadores de metal,
debido a la dificultad de encontrar otro tipo de material.
Mientras unos veían en el decantador la comodidad para servir el
vino, otros ven el decantador como un recipiente donde oxigenar el vino y
separarlo de sus sedimentos (taninos, sales, etc.), de una forma más rápida y
cómoda que en la copa. Actualmente se pretende con ello que el vino se abra expresando
toda su calidad aromática y su agradable paso de boca.
Generalmente,
decantar o no un vino, depende principalmente del tiempo que ha permanecido en
botella y del tipo de vino. Por ello los vinos de guarda, generalmente los tintos barrica,
crianza, etc., son los que tienen más sedimentos y por lo tanto necesitan ser
decantados con mucho cuidado para evitar que estos pasen al vino decantado,
modificando su sabor.
Los vinos jóvenes
pueden ser decantados rápidamente debido a la nula presencia de sedimentos, simplemente
para airearlos, expresando así toda su gama aromática y sabor.
Los
vinos, en función de la variedad que se
utilizó en su elaboración, además de otros factores, pueden tener una mayor o
menor capacidad reductora, esto es igual a decir que hay variedades más
propensas a reducirse en su paso por botella. Cuando los vinos permanecen en
botella cierto tiempo, los sabores y aromas se reducen al estar privados del
oxígeno, consecuentemente, una pequeña oxigenación hace que estos “aromas
reducidos” desaparezcan.
Y tú, ¿tienes un decantador como jarrón en casa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario