lunes, 15 de febrero de 2016

Los jóvenes ignoran al vino y el vino a los jóvenes



El 29 de enero de 2016 Elena Sotamendi publicó en OKDiario un interesante artículo sobre el consumo de vino de los jóvenes, haciéndose eco de un trabajo fin de grado, elaborado por Jorge Herrero Ribes en la Universidad Politécnica de Valencia bajo la tutela de la profesora Amparo Baviera Puig. Entre los resultados de la encuesta (recomendamos la lectura de las páginas 61 y ss.) resalta que el 39% de los jóvenes de entre 18 y 28 años no bebe vino nunca y sólo el 6% lo toma una vez por semana, a diferencia de la cerveza que alcanza el 33% de consumo semanal.

Entre las causas de este panorama preocupante para el sector vitivinícola destaca la imagen del vino como un producto serio y complicado, cuyo consumo se suele reservar para citas románticas o como obsequio ante una invitación. A su vez, este perfil tan estrecho de ocasiones de consumo estaría relacionado con la cada vez menor socialización en el consumo del vino en torno a la mesa familiar de los padres. Tampoco ayuda que las etiquetas tengan estilos poco adaptados a las preferencias de los jóvenes, que en sus lugares de consumo apenas encuentren este producto y que en las redes sociales el vino no sea tema. En comparación con la escasa atención que prestan las bodegas a este segmento de los consumidores españoles, la competencia, en concreto los fabricantes de bebidas gaseosas y cervezas, sí invierten masivamente en la promoción en medios de comunicación y ocasiones de consumo frecuentados por los jóvenes.

Dado el poder financiero y comercial de estos competidores multinacionales, los productores de vino tendrán que desplegar un esfuerzo promocional más selectivo, pero continuo, si no quieren poner en peligro su mercado futuro. Harían bien en estudiar los hábitos de ocio (tan cambiantes) de los jóvenes, trabajar en las redes sociales más activamente e incrementar su presencia, con imagen adaptada, en los lugares y momentos de consumo potencial. El desafío es grande, particularmente si tenemos en cuenta que la España post-crisis nos deja generaciones de jóvenes con pocas perspectivas para carreras profesionales consolidas y bien remuneradas. Cerrar los ojos y pensar que los jóvenes ya se darán cuenta del valor del vino por sí solos sería un grave error.

D.G.

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