lunes, 7 de marzo de 2016

La espaldera sencilla reina ahora en el paisaje vitivinícola



El paisaje de la comarca Tacoronte-Acentejo se ha modificado sustancialmente en los tres últimos lustros a ojos del ciudadano de dicha comarca vitivinícola, y por extensión, a todos aquellos que disfrutan del medio rural de este territorio vitícola, bien sea como meros paseantes en la misma, bien sea por que viven en ella.

El viñedo es el principal cultivo que armoniza el paisaje en este territorio, seguido del cultivo de la papa, asociado, en muchas veces al de la propia viña. Cierto es que el viñedo es un cultivo que se mantiene en un porcentaje alto inalterable sobre el terreno; digamos que es un “cultivo fijo en el suelo”. Los viticultores han apostado por el futuro de la viña como principal cultivo en sus terrenos por diversas causas que van desde lo meramente familiar en pos de mantener la tradición hasta situaciones de inversión en el viñedo como medio de complemento económico a sus propias vidas y/o a sus bodegas.

Buena parte de la transformación paisajística que ha experimentado la comarca busca su fundamento principal en la aplicación de las distintas “OCM del Vino” que se han ido aplicando en los últimos años. Unas ayudas procedentes de la Unión Europea que han promovido el rejuvenecimiento de los viñedos, la apuesta por una diversificación en el abanico de variedades disponibles a cultivar y la adaptación por parte del viticultor hacia formas de explotar la viña más eficiente, o, al menos, más ahorradoras en costes y más efectiva si cabe.

Sin duda alguna, el sistema conocido como “espaldera” se ha convertido por méritos propios en el principal medio de sistema de apoyo para el cultivo de la vid. En este sentido, podemos afirmar que el viñedo de la comarca ha ido mutando progresivamente del conocido como sistema de rastras o tradicional –digamos “con horquetillas”– a este sistema apoyado de cultivo que es la espaldera en cualquiera de sus vertientes: sencilla, doble, con crucetas o en forma de “Cruz de San Andrés”. Evidentemente, el riesgo asumido por el viticultor al apostar por la misma ha sido paulatino, ha superado la tradicional aversión al riesgo común en estas situaciones, y ha optado por un cultivo de prometedor futuro en la comarca sobre el sistema de espalderas, donde, sin duda alguna, la viña trepa al antojo de la mano que la cuida convirtiéndose en el perfecto compañero de viaje del viticultor hacia la vendimia próxima.

La cuestión llega a ser, como dice el dicho, “renovarse o morir”; y concretamente en Tacoronte-Acentejo ahora hay vida para largo. 
¡Salud!


Santi S.



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