Mediante esta técnica
consistente en eliminar 4 ó 5 hojas basales en la zona de los racimos,
aumentando la exposición solar de los mismos
y facilitando una mayor aireación y porosidad, reforzamos sobre todo la
defensa frente a las distintas podredumbres, especialmente la Botrytis. Reducimos
condensaciones de agua y conseguimos microclimas térmicos menos favorables a la
podredumbre y oídio, mejorando a su vez la accesibilidad de los tratamientos
fitosanitarios.
En zonas cálidas, se debe
contribuir a atenuar los excesos térmicos mediante la aireación y mantener los
racimos bien iluminados pero no sobreexpuestos a la radiación solar. En zonas
frías, igualmente, hay que obtener un microclima más luminoso y aireado que
contribuya a mejorar las condiciones térmicas generales y facilite el
metabolismo del racimo.
Por último, tener en cuenta,
que las variedades presentan sensibilidades y exigencias muy distintas que
debemos valorar en cada caso.