Viñedos en Acentejo
Estos
días se ha celebrado en Gran Canaria el IV Congreso Mundial Territorios de
Terrazas y Bancales (ITLA 2019) bajo el lema Re-encantar
Bancales. En la web del congreso reconocen los bancales como esas
construcciones humanas que se diseñaron y construyeron para luchar contra los
condicionantes del territorio y así poder desarrollar la agricultura tan
necesaria para las islas. Este modelo de adaptación y supervivencia ha creado
paisajes con gran potencial visual.
Solo hay
que recorrer mentalmente cualquier paisaje de Canarias y en especial las islas
de la provincia occidental para constatar que el uso de bancales es una
característica intrínseca de la agricultura de nuestras islas. Tal y como nos
recuerda la presentación del congreso estas estructuras son necesarias para
superar los condicionantes geográficos como las variaciones climáticas, la
difícil topografía del terreno y, como consecuencia, contra marcados procesos
de erosión que no permiten los suelos evolucionados.
El
congreso ofrece un marco de reflexión muy interesante sobre el que seguro se
pueden extraer atractivas líneas de pensamiento y, por qué no, propuestas de
intervención novedosas que hagan que el uso tradicional conviva con otros usos
de estos espacios que den respuesta a otras necesidades actuales; aunque
después de una lectura atenta de los contenidos disponibles (lamentablemente
por cuestiones laborales no he podido estar presente) echo en falta un enfoque
sobre el paisaje en el que se lo trate como un elemento vivo.
Los
paisajes son la representación visual de la interacción cultural del ser humano
con la naturaleza, esta última entendida en el amplio sentido de la palabra. La
agricultura es una de las interacciones más potentes que existen y, como
consecuencia, constructora de muchos de estos paisajes. Pero estos paisajes
tienen un sentido económico, aquella máxima que dice que si la agricultura no
es rentable no es agricultura. Y si no hay agricultura no se preservarán esos
paisajes.
El vino
y, por lo tanto, el cultivo de la viña es un ejemplo perfecto de estos
paisajes. Ya hemos comentado en algún post anterior que tiene todos los
elementos necesarios para contar una gran historia.
Una historia de adaptación a las dificultades, de interpretación y trabajo con
la naturaleza para lograr obtener lo mejor de la misma; pero también una
historia de coincidencias y algo de picaresca. Esta historia de los vinos
canarios que ha sufrido altibajos pero que en la actualidad se encuentra en una
situación interesante para volver a estar muy viva. Nuestros vinos son
originales y de alto interés para algunos de los mercados más dinámicos en el
mundo y están en un escaparate por el que pasan 15 millones de personas cada
año. Si a esto le sumas la aparición de una nueva generación de bodegueros y
bodegueras con muchas ganas de ser alquimistas del placer hedonista, que se
combinan con generaciones de saber hacer tradicional, tenemos el perfecto caldo
de cultivo para recuperar y revivir parte de nuestro suelo agrícola. Y esto
asegurará mantener nuestros paisajes, en evolución buscando las fórmulas que
den la tan necesaria rentabilidad, pero y por esos paisajes. Llámenme iluso
pero estoy convencido que lo veremos. Insistiré.
Miguel
Febles (BiDueño)