lunes, 17 de junio de 2013

El capricho, también en casa…



La crisis económica está haciendo mella en el poder adquisitivo de muchos consumidores canarios. Los salarios se están reduciendo, la distribución de la renta se ha hecho más desigual y hasta los que no han sufrido recortes en sus ingresos consumen con más cautela. Consecuencia de todo ello es una modificación de los hábitos de compra y consumo que también afecta a las ventas de vino.

La reducción del gasto de los hogares se puede articular a través de los precios, comprando productos más baratos, y a través de las cantidades, comprando menos. Se desprende de las estadísticas sobre los gastos de las familias que su reacción ante la crisis se ha articulado por ambos caminos: tanto por la eliminación de compras prescindibles o aplazables como por la elección de marcas y variedades más baratas.

¿Cuál es la situación de los vinos en este contexto? Cabe destacar que los vinos disponen de una amplia variedad de tipos, calidades, marcas y precios. En este sentido, el consumidor puede seguir bebiendo vino eligiendo calidades menores a precios más bajos. De hecho, las estadísticas revelan que los vinos vendidos a los hogares canarios son de precios sustancialmente menores que antes. Este ajuste se debe tanto a la reducción de los precios por parte de los productores como a la compra de vinos distintos por parte de los consumidores.
Pero apretarse el cinturón en el consumo de vino también está asociado a elegir el lugar y la ocasión de consumo. La gente sale menos a comer y beber a los restaurantes y las tascas. El consumo de vino fuera del hogar ha ido cayendo mucho más que el consumo en casa. Y las veces que se sale con la familia o los amigos es frecuente que se opte por bebidas más baratas, por lo que el vino se ve desplazado por cervezas y refrescos. A su vez, consciente de las nuevas preferencias de los consumidores, la restauración responde con vinos más baratos y ofertas especiales.

Pero un capricho es un capricho y sigue habiendo muchos consumidores que no quieren renunciar a vinos de calidad. Y ante las amplias diferencias de precios de un mismo vino en la restauración y en el supermercado se inclinan cada vez más por comprar barato y consumir en casa (o con los amigos en la barbacoa). En consecuencia, las ventas de vinos de calidad en los canales de distribución masiva se reducen mucho menos y este cambio desencadena cambios sustanciales en las estrategias de venta de las bodegas.

¿Y cuáles son las implicaciones de esta situación para los vinos canarios? Primero, los vinos canarios tienen precios relativamente elevados, por lo que su sensibilidad ante la crisis económica es pronunciada. Segundo, si antes de iniciarse la crisis económica gran parte de los vinos canarios con Denominación de Origen se vendía en restaurantes y tascas, hoy la situación es bien distinta. Tercero, varias cosechas cortas ayudaron a que la contracción del mercado no se convirtiera en amplios excedentes, pero la recuperación de los volúmenes producidos puede desembocar en una lucha más intensa por ampliar cuotas de mercado ante los competidores, especialmente otros productores de vinos canarios. Cuarto, la presión sobre los precios de venta hace más difícil que las bodegas adscritas a las Denominaciones de Origen puedan captar un creciente porcentaje de la uva elaborada en su comarca, porque el autoconsumo y las ventas a granel ganan atractivo en un contexto de crisis.

En resumen, la crisis económica está suponiendo un difícil reto para los vinos canarios de calidad. Deben adaptarse a una situación nueva, marcada por la presión sobre los precios y la ampliación del esfuerzo de promoción en grandes superficies y supermercados. Siguen contando con la valoración positiva de los consumidores canarios, pero deben dar respuesta a la necesidad de encontrarlos a precios asequibles. Caprichos sí, pero más en casa.


D.G.

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