La
crisis económica está haciendo mella en el poder adquisitivo de muchos
consumidores canarios. Los salarios se están reduciendo, la distribución de la
renta se ha hecho más desigual y hasta los que no han sufrido recortes en sus
ingresos consumen con más cautela. Consecuencia de todo ello es una
modificación de los hábitos de compra y consumo que también afecta a las ventas
de vino.
La
reducción del gasto de los hogares se puede articular a través de los precios,
comprando productos más baratos, y a través de las cantidades, comprando menos.
Se desprende de las estadísticas sobre los gastos de las familias que su
reacción ante la crisis se ha articulado por ambos caminos: tanto por la
eliminación de compras prescindibles o aplazables como por la elección de
marcas y variedades más baratas.
¿Cuál
es la situación de los vinos en este contexto? Cabe destacar que los vinos
disponen de una amplia variedad de tipos, calidades, marcas y precios. En este
sentido, el consumidor puede seguir bebiendo vino eligiendo calidades menores a
precios más bajos. De hecho, las estadísticas revelan que
los vinos vendidos a los hogares canarios son de precios sustancialmente
menores que antes. Este ajuste se debe tanto a la reducción de los precios por
parte de los productores como a la compra de vinos distintos por parte de los
consumidores.
Pero
apretarse el cinturón en el consumo de vino también está asociado a elegir el
lugar y la ocasión de consumo. La gente sale menos a comer y beber a los
restaurantes y las tascas. El consumo de vino fuera del hogar ha ido cayendo
mucho más que el consumo en casa. Y las veces que se sale con la familia o los
amigos es frecuente que se opte por bebidas más baratas, por lo que el vino se
ve desplazado por cervezas y refrescos. A su vez, consciente de las nuevas
preferencias de los consumidores, la restauración responde con vinos más
baratos y ofertas especiales.
Pero
un capricho es un capricho y sigue habiendo
muchos consumidores que no quieren renunciar a vinos de calidad. Y ante las
amplias diferencias de precios de un mismo vino en la restauración y en el
supermercado se inclinan cada vez más por comprar barato y consumir en casa (o
con los amigos en la barbacoa). En consecuencia, las ventas de vinos de calidad
en los canales de distribución masiva se reducen mucho menos y este cambio
desencadena cambios sustanciales en las estrategias de venta de las bodegas.
¿Y
cuáles son las implicaciones de esta situación para los vinos canarios? Primero,
los vinos canarios tienen precios relativamente elevados, por lo que su
sensibilidad ante la crisis económica es pronunciada. Segundo, si antes de
iniciarse la crisis económica gran parte de los vinos canarios con Denominación
de Origen se vendía en restaurantes y tascas, hoy la situación es bien
distinta. Tercero, varias cosechas cortas ayudaron a que la contracción del
mercado no se convirtiera en amplios excedentes, pero la recuperación de los
volúmenes producidos puede desembocar en una lucha más intensa por ampliar
cuotas de mercado ante los competidores, especialmente otros productores de
vinos canarios. Cuarto, la presión sobre los precios de venta hace más difícil que las
bodegas adscritas a las Denominaciones de Origen puedan captar un creciente
porcentaje de la uva elaborada en su comarca, porque el autoconsumo y las
ventas a granel ganan atractivo en un contexto de crisis.
En
resumen, la crisis económica está suponiendo un difícil reto para los vinos
canarios de calidad. Deben adaptarse a una situación nueva, marcada por la
presión sobre los precios y la ampliación del esfuerzo de promoción en grandes
superficies y supermercados. Siguen contando con la valoración positiva de los
consumidores canarios, pero deben dar respuesta a la necesidad de encontrarlos
a precios asequibles. Caprichos sí, pero más en casa.
D.G.
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